El cuatro de junio de 1923, el coche del Cardenal Soldevila, matrícula
Z-135, se detuvo frente a la reja de la escuela-asilo de las hermanas de
San Vicente de Paúl en la calle Terminillo. El cardenal había fundado
la institución, y era su principal valedor. Todas las tardes repetía la
misma rutina, según voces porque mantenía una relación con una de las
monjas, a la que legó parte de su fortuna, lo que ella aprovechó para
volver al estado civil. Mientras esperaba para entrar, “Los Solidarios”
Francisco Ascaso y Rafael Liberato se plantaron junto al coche y
vaciaron sus armas. El chófer y el mayordomo resultaron heridos, el
cardenal murió en el acto.
Si para la gente de orden el cardenal
Soldevila era merecedor de todos los honores (Senador Vitalicio, Gran
Cruz de Isabel la Católica, Hijo Adoptivo de Zaragoza...), para los
medios obreros de la ciudad su figura se identificaba directamente con
la corrupción y el terrorismo patronal y de Estado, en los convulsos
años 20.
Tras su asesinato, el cardenal Soldevila fue enterrado en el
Pilar, enfrente de la capilla de la Virgen. La escuela-asilo de las
hermanas paulas sigue en la calle "La Milagrosa", a pocos metros del
Hospital Clínico Universitario. En el patio del recreo una placa señala
el lugar del atentado. Zaragoza perdió a su cardenal y nunca lo ha
vuelto a recuperar.
En la imagen, el monumento al cardenal Soldevila en el lugar de autos. Los que sonríen son sospechosos.
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